No sabía en qué
momento comenzó a admirar la sutileza de sus formas, la hipnotizante liviandad
de sus contornos, la gracilidad etérea de su acompasado caminar, siempre junto a él. Pero sucedió.
Y una vez que hubo caído bajo el hechizo de la Negra Dama, nunca más pudo desligarse
de él.
Es un amor
enfermizo, le decía su psiquiatra. Es un amor egoísta que nada puede aportarte,
trataba de convencerle su familia. Pero él prefería su compañía a la de
cualquier otro ser del planeta y le hablaba con auténtico arrobo cuando se
sentía a salvo de miradas indiscretas. No temas, no han de separarnos, no salvo
que acaben con mi vida, y ni aún así, recitaba enfebrecido de pasión mientras
la miraba totalmente entregado. Y ella callaba, como siempre, con imaginado
asentimiento, con muda coquetería, sin rastro de preocupación.
El día que le
alojaron entre acolchadas paredes aún seguía buscándola con desespero bajo el
foco que habría de ser ya su único sol.
Mal asunto
enamorarse de tu sombra…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si tienes algo que decir no te lo calles. Este es un sitio para compartir :)