viernes, 13 de febrero de 2015

La merienda de Caperucita

Caperucita-merienda-leñador


Esa tarde Caperucita estaba invitada a merendar en la nueva casa de su amigo el leñador. Era un hombre sencillo que no había hecho otra cosa en su vida que trabajar con honradez, pero desde que quedara viudo y a continuación heredara inesperadamente, había adquirido gustos muy extraños. Podría decirse también que inapropiados, porque entre otras cosas gustaba de la compañía del feroz y taimado lobo.

Caperucita, joven y audaz como corresponde a su personaje en el cuento, estaba al hilo de esta amistad y también de que el lobo les acompañaría a merendar. Lejos de sentir temor, como hubiera sido lo natural, la embargaba la más viva curiosidad. ¿Un leñador entrado en años y un lobo del bosque? Sí, a buen seguro que sería una tarde entretenida, pensaba balanceando coqueta su cestillo lleno de confituras. Las había preparado ella misma como obsequio para el leñador.

Recorría ya el último tramo del largo camino bordeado de robustos árboles que conducía a casa de su anfitrión y no podía disimular la sonrisa instalada en sus labios. Pensaba soñadora en cómo sería vivir en un sitio tan hermoso y suntuoso y en lo que ella estaría dispuesta a dar para lograrlo. Después de todo el leñador ya no era tan joven y no podían quedarle demasiados años. Se desabrochó un botón más de la blusa por puro sentido práctico, heredado por cierto de su querida abuelita, mientras pensaba, sin saber por qué, en cómo serían las caricias de un lobo…

Julia C. Cambil

Código: 1505013989933
Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
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