domingo, 26 de abril de 2015

Cosas de piscis

Relato piscis


Dicen que los piscis tenemos un gran mundo interior, que tendemos a la ensoñación constante más allá de lo que nos rodea. Nunca he sabido si nos estaban llamando imaginativos o “atontaos” sin remedio, pero últimamente y después de lo que os voy a contar, tiendo a pensar que lo segundo (al menos en mi caso). 


Mi chico y yo decidimos pasar la tarde en el centro comercial, una tarde juntos-pero-separados para potenciar nuestros respectivos “espacios vitales”: cada uno a lo suyo, y luego una cervecita y unas tapas para cenar en nuestra tasca favorita.


El, por su parte, acudiría a una de esas proyecciones de cine de autor por las que solo unos pocos elegidos consiguen interesarse y hasta disfrutar (sin sufrir ataques de sopor, quiero decir). Yo, por la mía, aprovecharía para darme una vueltecita por todas esas tiendas “super-mega fashion” que están fuera de mi alcance pero que me encanta explorar. Qué le vamos a hacer, disfruto probándome zapatos imposibles que no me puedo pagar y que mis pobres pies no soportarían o asesorándome sobre los nuevos tonos de maquillaje, aunque luego me pinte como siempre. Un buen acuerdo para ambas partes: dos disfrutan, ninguno muere de aburrimiento.


Cuando faltaba apenas media hora para que terminara su “evento” decidí, en un acto de generosidad sin límites, emplear una parte de mi tiempo en hacer la compra del fin de semana. Conseguí un carrito con tendencia al atasco permanente y ¡ale! a recorrer las estanterías a empujón limpio, que no iba a ser el puñetero carrito más obstinado que yo. Después, cargando todo lo que podía recordar de esa lista que no había traído conmigo, al parking a guardar la compra. 

El caso es que desde el super hasta la bajada a los aparcamientos hay un largo trecho y me temo que por el camino “desconecté”, como es mi costumbre. Cuando llegué a las escaleras mecánicas, sin pararme a pensarlo dos veces, me lancé hacia abajo por las que tenían escalones y no rampa. Salí de la ensoñación bruscamente, cuando noté el golpe de las ruedas al chocar bruscamente contra el primer peldaño que había salido de la nada. 


Varias cosas pasaron muy rápido por mi cabeza: una el dolor agudo que sentí en el hombro al tirar con brusquedad de aquel artefacto maligno que parecía querer despeñarse arrastrándome a mí con él; otra dar gracias al cielo por no llevar delante a ninguno de esos guiris ancianos de aspecto quebradizo que tanto abundan por aquí y a los que hubiera atropellado sin remedio; y tres felicitarme porque el vigilante de seguridad no me hubiera visto. Creo que me hubiera caído una buena por saltarme el “prohibido carritos”.


Solo un grupo de chicos jóvenes se cruzó conmigo por las escaleras de sentido contrario. Se rieron de mí, como es natural, y yo solo pude darles muy digna un argumento: ¡¡Ey, vosotros, que soy piscis!!

Julia C. Cambil

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Fecha 01-may-2015 2:30 UTC
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jueves, 23 de abril de 2015

Tediosa

Tediosa


Tediosa, fumando un cigarrillo y odiándote, ambas cosas por costumbre. No es lo que había planeado para pasar la tarde, pero es que está el día tan triste…

Me he prometido que solo lloraré si descarga la tormenta, por eso ando apartando las nubes del cielo a manotazos del pensamiento. Debo conseguirlo, o en su defecto disimular las lágrimas que prometí no verter nunca por ti.

Pasan los minutos y flaquea mi determinación de ser indiferente. Aplasto con rabia la colilla en el cenicero y lo digo en voz alta: ojalá te estés pudriendo en el infierno, cariño, y ojalá que incluso allí eches de menos mi calor.

Yo estoy sin ti, pero tú estás sin mí. Ese pensamiento me mantiene relativamente a salvo en un mar donde las olas vienen a romper furiosas directamente contra mi corazón.

¡Ay, qué triste está la tarde y qué grande la nostalgia que trae!


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sábado, 18 de abril de 2015

Segundas oportunidades

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Se atareaba en encontrar algo adecuado que ponerse para la ocasión, revolviendo cajones y examinando perchas de armario borrosas por las lágrimas. Pero no lograba concentrarse.

La noticia había sido repentina y nunca hubiera alcanzado a imaginar lo que le afectaría. Después de todo hacía años que no se hablaba con su padre, un hombre excesivamente rígido y protector que no estaba dispuesto a permitirle vivir su propia vida y mucho menos correr detrás de sus “ridículos” sueños. Intentarlo, papá, eso es todo lo que yo quería…

Paralizada por aquel tropel de sentimientos que nunca le expresó, se enfrentó a la gran luna de espejo que presidía su dormitorio. Fue como reencontrarse, después de mucho tiempo, con una vieja amiga a la que odias y adoras a partes iguales. Habían sido inseparables durante su carrera de modelo, cómo no, pero después de “aquello” ella aprendió a guardar las distancias y a base de férrea disciplina cumplió su promesa de no acercársele nunca más.

Hasta hoy, hoy quería que le doliera para expiar sus culpas.

El reflejo le devolvió una imagen que apenas podía reconocer. Su magnífica figura acusaba el lastre ineludible que la gravedad y los años imponen; el cabello había cambiado los reflejos dorados por otros de luna desteñida, como testigos mudos e hirientes del sufrimiento padecido; el mágico destello esmeralda que siempre había enamorado a los fotógrafos lucía transformado en una arruga profunda de su mirada; y la cicatriz, por supuesto. Seguía allí, surcando sus mejillas de lado a lado sin piedad.

Son cosas que les pasan a los que llegan alto, decía aquel artículo de la prensa amarilla. Un admirador desquiciado, un secuestro, un acto de desesperación al comprender que se la quitarían. Suerte que había salvado la vida, decían, pero lo cierto es que en aquellas pocas horas de tortura se había perdido a sí misma.

Los recuerdos le trituraban el cerebro con despiadada intensidad y el dolor se le había solidificado en los pulmones impidiéndole respirar. No es que le importara morirse en aquel preciso instante, pero le había dicho a su madre que acudiría al funeral y no pensaba fallarle. Apartó la mirada del espejo, apretó los puños y puso en marcha su inmensa fuerza de voluntad para sobreponerse.

Treinta minutos después estaba convertida en un “apropiado” espectro negro, pero antes de salir decidió tener consigo misma una pizca de misericordia: una de sus cápsulas amarillas y todo sería más llevadero. 

El frasco resbaló mientras intentaba abrirlo, señal evidente de que lo necesitaba, y tuvo que arrodillarse a buscar bajo la cama. No había rastro del envase, pero encontró otra cosa que creía perdida hacía mucho tiempo, un libro de citas célebres que le había regalado su padre en su graduación del instituto. Lo sacó de debajo del colchón, lo acarició con ternura como  a un viejo amigo y lo abrió al azar tras inspirar profundo: “Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo”, Baltasar Gracián.

La revelación le sacudió el cuerpo como una corriente eléctrica y tuvo la seguridad de que aquella cita no llegaba a su vida justo en aquel momento por casualidad. En un milisegundo comprendió lo equivocada que había estado. Era hora de subsanar sus errores. 

Consultó su reloj, aún disponía de cuatro minutos antes de que vinieran a buscarla, tiempo más que suficiente para mudar su ropa negra por un vestido de flores que ni siquiera había estrenado, soltar su añejo moño y pintar de rosa sus labios.

Ahora sí estaba lista para despedir a su padre y para darse la bienvenida a sí misma.


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miércoles, 15 de abril de 2015

Borrones

Borrones


Eres mi vida y su única fuente de inspiración, por eso ella también tuvo miedo de perderte y lloró con desespero palabras emborronadas.

Sin pretenderlo hizo de menos mis lágrimas, que resultaron insulsamente transparentes, y con lo negro de su negra tinta impresionó tu alma de poeta.

No te quedaste porque me amaras, ni porque te apiadaras del dolor de mi corazón, sino porque ella supo alimentar lo único que de verdad te importa, tu ego.

Nunca una pluma quiso tanto a un hombre.
Nunca un hombre quiso tan poco a una mujer.


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viernes, 10 de abril de 2015

El arma homicida

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Refugiada en un rincón, con las rodillas abrazadas, temblando espasmódicamente. A la vista de todos y sin embargo invisible.

Aquel maremagnum de policías, investigadores y forenses obviaban su pequeño y frágil cuerpo a la existencia. No tenían tiempo para ella, solo para buscar el arma homicida. Era imperativo encontrar el puñal que puso fin a las vidas del Gobernador y de su fulana de turno.

Lloraba, sus enormes y profundos ojos negros lucían anegados por la pena de haber perdido a su padre, quizás no tan amante y dulce como debiera, pero el único que ella tenía.

La tez blanca, casi translúcida; los labios morados como lirios recién marchitados; la carne fría como noche de invierno; el cuerpo encogido sobre sí mismo como si fuera a desaparecer. A nadie le extrañó, era una huérfana más en el saldo de la mafia. No corrían buenos tiempos para la compasión.

Continuaba el trajín, el murmullo irrespetuoso y soez de aquellos hombres que invadían su casa sin miramientos, la luz de las sirenas entrando por la ventana a ráfagas. Ninguna sonrisa, ninguna caricia para ella.

Aún cuando la mancha carmesí se había extendido más allá de su camisón rosado, conquistando así las baldosas del suelo más próximas y sus últimos suspiros, tardaron en darse cuenta.

“¡¡La niña, el puñal está clavado en la niña!!”

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miércoles, 8 de abril de 2015

La historia de Nena Blonde (partes III y IV)



 (Para leer las partes I y II de la historia pincha aquí)

interrogatorio 

III

Pareciera que la luz sucia y mortecina de la sala de interrogatorios se resistiera a posarse sobre tal belleza, manteniendo a la mujer en una extraña penumbra. Estaba demacrada por el llanto y la falta de sueño, pero aún así era la mujer más bonita que Martínez había tenido nunca delante.

-         ¿Se da cuenta de que no va a servirle de nada negarlo, srta. Alvarez? Tenemos pruebas.
-         Ya se lo he dicho, yo no maté a mi hermana. Es cierto que fui al motel para hablar con ella, pero le aseguro que estaba viva cuando me fui para preparar mi actuación.
-         ¿De qué quería hablar con ella? Tengo entendido que la relación era pésima, Carlota la estaba chantajeando, ¿no es cierto?
-         Yo quería arreglar las cosas, quería que dejara a Tobías, ese mal bicho que le sorbía el seso, y que volviera conmigo. Estaba dispuesta a mejorar sus condiciones económicas, pero no quería más notas de amenaza ni exigencias absurdas.

Martínez quería creerla, pero también quería resolver el caso y ella era la principal sospechosa. Aparte de un buen móvil para cometer el crimen encontraron evidencias de que había llegado a las manos con su hermana. La acalorada conversación que varios testigos oyeron y aquel pendiente de esmeraldas sin pareja tirado bajo la cama gritaban “culpable” alto y claro. El inspector continuó con su interrogatorio.

-         Una cosa es obvia, usted no pudo hacerlo sola. Dígame, ¿quién la ayudó a mover el cuerpo de Tobías hasta el vertedero? ¿Por qué no lo dejó en la habitación junto al de su hermana?
-         ¡¿Pero qué está diciendo?! preguntó ella con voz crispada. Yo no llegué a ver a Tobías aquella tarde, no estaba allí. ¡No maté a ninguno de los dos! Y volvió a sollozar al borde de un convincente desespero.
-         Está bien, ¿y qué puede decirme de Rufus Ortega? ¿Se ha puesto en contacto con usted?
-         No, también se lo he dicho ya varias veces. Cuando volví a mi hotel después de la actuación había recogido todas sus cosas y se había marchado sin decir nada. ¿No comprende que yo soy la víctima? Están tratando de implicarme, alguien quiere destruir mi carrera y cargarme unos asesinatos que no he cometido, ¡¡no entiendo nada!!

El laberinto en el que se había convertido aquel caso no tenía salida, ya que poco después apareció otro oportuno testigo que oyó hablar por teléfono a la muerta después de que su hermana saliera de la habitación dando un sonoro portazo; ventajas de las paredes de papel.

Frustrado y confuso a Martínez no le quedó más remedio que soltar a la srta. Álvarez, solo que ni la muerta era Carlota ni la que quedaba en libertad era Magdalena...


retiro-malibú

IV

Artículo de prensa:

“Nena Blonde deja definitivamente los escenarios tras el escándalo y se recluye en su casa de Malibú.

Al parecer la artista, destrozada por el trágico y reciente suceso de la muerte de su hermana, deja la vida pública y se retira en compañía de un nuevo amor. Muchos rumores sin confirmar circulan sobre el galán, de nombre Roberto Prendes, pero parece que algunos medios le relacionan con el temible clan mafioso de “Los Trinos”.

Todo apunta a que Nena y su nueva pareja se habrían conocido meses atrás en un evento solidario y a que la atracción habría sido manifiesta e instantánea. Qué equivocados estábamos todos al pensar que la relación entre la cantante y el empresario Rufus Ortega iba viento en popa, pero así es la vida de los famosos. ¡Desde aquí te deseamos mucha suerte en tu nueva etapa, querida Nena!

Por cierto, nada ha vuelto a saberse del ex de la artista.”

Carlota terminó de leer y dejó el periódico bien doblado sobre la mesita auxiliar. A cambio tomó pensativa su combinado de frutas y sorbió distraídamente a través de la pajita.  

-         ¿No vas a decirme qué has hecho con Rufus, querido? Y pestañeó coqueta por si en algo pudiera eso debilitar el silencio de su ceñudo amante. Era simple curiosidad morbosa y malsana.
-         No quieres saberlo, créeme. Solo debes saber que no va a volver y que no nos molestará. El también bebió un sorbo de su copa y pareció relajar el gesto.
-         Lo que tú digas, amor. ¿Sabes? Me gustaría tener tu sangre fría. Yo aún sueño con Tobías y toda aquella sangre, con sus ojos espantados en el instante en que entendió que no bromeaba y que iba a dispararle.

Meneó la cabeza absorta en sus visiones y continuó hablando.

- Tú me abriste los ojos y ya estaba harta de él, era una sanguijuela asquerosa, siempre viviendo a mi costa. Aunque reconozco que cumplió bien su parte ideando el cambio de identidades y atrayendo a Magdalena al motel para quitarla de en medio. 
-         Aprenderás a controlar esos recuerdos y las pesadillas, como has aprendido todo lo demás desde que estamos juntos. Estoy tan orgulloso de ti, cielito… Y se acercó a besarla con una sonrisa felina en los ojos.

Ella le devolvió agradecida el beso. Después de todo su ayuda había sido inestimable a la hora de redondear el plan, atar los cabos sueltos y lograr confundir a la policía. Cuando se separaron al fin ella le susurró al oído melosa.

-         No tengo voz para cantar como mi hermana, pero hemos descubierto que tengo un gran potencial como actriz, ¿verdad?

Sus risas al unísono resonaron por todo el jardín compitiendo con los gorjeos de los pájaros tropicales.

Fin.


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domingo, 5 de abril de 2015

La historia de Nena Blonde (partes I y II)

El asesinato


Las ondas doradas se derramaban sobre la almohada ejerciendo un efecto hipnótico sobre Martínez, que parecía incapaz de apartar la mirada. Ni el revuelo de gabardinas y uniformes a su alrededor ni el intenso olor acre de la sangre parecían suficiente estímulo para sacarle del trance. Siempre había tenido esa peculiaridad, la de quedar atrapado por las pocas cosas hermosas que podían quedar en el escenario de un crimen.

Pero la realidad siempre acababa por imponerse y tuvo que abandonar aquel paraíso oxigenado para regresar a la sucia habitación de motel donde trabajaban esa medianoche.

-         Magdalena Álvarez, de nombre artístico Nena Blonde, le informó su ayudante libreta en mano. Ha sido una identificación sencilla, jefe, la ciudad está empapelada con su cara.

Plantados ambos delante de aquel revoltijo de sábanas, sangre y curvas de mujer, costaba mucho imaginarse a la cantante en sus buenos momentos encima de un escenario

- ¿Qué más sabemos? ¿Por qué estaba en este cuartucho y no en su hotel de   siempre? ¿Dónde está ese tipejo que le hacía las veces de amante y representante?
-         ¿Rufus Ortega? Ni idea, no le encuentran por ningún lado. Volatilizado.
-         ¿Sabemos al menos a nombre de quién está la habitación?
-         Tobías Moss, un trompetista de tres al cuarto que andaba incordiando con sus ensayos a los demás huéspedes. Tampoco le encontramos.
-         Menudo rompecabezas de mierda.
-         Ya le digo, jefe.
-         ¿Qué dice el forense sobre la causa de la muerte?
-         Aquí viene lo mejor: la sangre no es de ella, murió asfixiada hace como dos horas, pero no hay marcas de estrangulamiento. Con la almohada quizás.
-         Feo final para la diva de suburbio.

Apenas había terminado de decir estas palabras cuando un oficial uniformado llegó con novedades: ¡¡Inspector, Nena Blonde está actuando en la Sala de Fiestas Galaxy, y le aseguro que está vivita y coleando!!

-         Que me aspen si entiendo algo, contestó Martínez mientras se giraba en redondo hacia la puerta de salida y la atravesaba como una exhalación. Su ayudante le siguió tan pronto como fue capaz de reaccionar. 

Magdalena-Carlota


II
                                           
Magdalena y Carlota nacieron idénticas en lo físico, pero con suertes muy diferentes. La primera, con esfuerzo y mucho sacrificio, había triunfado como artista; la otra, después de ir dando traspiés por la vida unos años, se conformó con hacerle de doble a su hermana cuando la situación lo requería y con comer de las migajas que ésta le daba. Poco talento y menos seso no era una combinación ganadora, así que renunció a toda identidad propia y se convirtió en una sombra de recambio para Nena. Eso hasta que conoció a Tobías, con una existencia tan penosa como la suya pero mucho más ambicioso.

El acuerdo funcionó más o menos bien para todos hasta que en uno de esos giros que a veces toma la vida, Magdalena quedó inesperadamente embarazada. Y no era un embarazo cualquiera, dos criaturas que no le daban tregua con las nauseas, los mareos y el malestar general estaban en camino. A no mucho tardar deformarían su cuerpo obligándola a interrumpir la gira y a retirarse, al menos temporalmente, de los escenarios. Una catástrofe en toda regla que solo Carlota y una buena ración de suerte podían remediar.

Así fue que cada vez más a menudo en aquellos días era Carlota quien acudía a las fiestas y saraos del brazo de Rufus, quien daba entrevistas para los reporteros del corazón y quien actuaba exigiendo play back por supuestos catarros pasajeros. Poco a poco se fue creyendo la protagonista de la vida de su hermana, e instigada por Tobías, demandando más y más dinero por hacer su papel en aquella farsa monumental. Magdalena y Rufus transigieron con todo, tanto era lo que se jugaban, pero la situación se iba haciendo más tensa y difícil cada día.

Una madrugada, en el cuarto mes de gestación para la artista, la fortuna hizo un nuevo requiebro y cambió de parecer: Magdalena amaneció con fuertes dolores en el vientre y una hemorragia considerable. El embarazo se había malogrado al tiempo que su suerte se enderezaba. Triste pero también aliviada ocultó como pudo el suceso con la complicidad de los implicados y puso todo su empeño en recuperarse y en retomar su vida. Como no podía ser de otro modo y vueltas las cosas a la normalidad, pretendió expulsar a Carlota de nuevo a su papel secundario lejos de ella y de los hoteles de lujo. No más sesiones de peluquería y manicura a diario, no más vestidos nuevos, no más flashes y glamour a cada paso.

Fue un error pensar que Carlota, y sobre todo Tobías, iban a renunciar al suculento pastel del que habían estado disfrutando y que volverían sin rechistar a su mísera existencia de antes.

Continuará...  

(para leer el desenlace en las partes III y IV pincha aquí


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