domingo, 1 de mayo de 2016

Los encantos de un sofá



Mantente razonablamente alejada y todo irá bien, pensaba para mis adentros mientras le observaba gesticular con sus elegantes manos.

No recuerdo de qué hablábamos en aquella terraza a la sombra de un toldo multicolor, pero recuerdo con nitidez la sensación que me provocaba su olor cuando la brisa juguetona me tentaba trayéndolo hasta mí.
Ojalá hubiera cambiado de colonia en este tiempo, ojalá no me gustara tanto, ¡es una tortura!

El nunca toma café, dice que le pone aún más nervioso que una mujer bonita. No deja de ser un simple comentario, pero me lo dice con un guiño pícaro y pone al rojo vivo mis alarmas, sensibles por demás en todo lo que se refiere a él. “Podrías pedirlo descafeinado”, le aconsejo yo fingiendo desinterés y rezando para que no pueda leerme el pensamiento. “Solo cosas auténticas, querida, solo cosas auténticas”, repone exhibiendo su más encantadora sonrisa de depredador.
Vamos mal, fatal pienso mientras siento flaquear todas mis defensas.

Continuamos con la charla más o menos intrascendente, poniéndonos al día. Han pasado muchas cosas en este tiempo, aunque no pretendamos contárnoslas todas, claro. Acaricia descuidadamente los primeros botones de su camisa en un gesto muy suyo mientras me cuenta que su hijo, finalmente, consiguió el puesto de director en la empresa donde trabajaba. De repente parece reparar en que uno de ellos se ha desabrochado y me dice: “mira el efecto que produces en mi camisa”. Lo dice de pasada, con tono despreocupado, como quien no quiere la cosa, aunque un brillo malicioso en sus ojos le delata. 


No sé si contestarle en plan chulito, algo del tipo “y eso que no le había puesto intención, imagina qué podría hacer si me lo propongo”. O no, mejor me callo, no sea que me meta en un berenjenal del que no sepa salir airosa. No quiero hablar de camisas que se desabotonan, no quiero pensar en su manifiesta habilidad para desabrochar cualquier prenda que yo llevara. Eso es pasado, eso se acabó, no lo pienses, me digo.

“¿Aun vivís en la misma zona? Creo recordar que mudarte estaba entre tus planes...” Pretendo cambiar el tercio y es lo primero que se me ocurre, aunque por nada del mundo quiero reconocer que recuerdo cada palabra que me dijo, cada anécdota que me contó. Es mejor mostrar cierta duda, así, como si fuera solo un comentario casual. “Pues sí, me mudé, y me llevé conmigo el sofá. Te acuerdas de ese sofá, ¿verdad?” Casi me atraganto con el café; para disparos tipo misil a quemarropa no estaba preparada.
Jolines, está en plena forma, ¡no hay duda!

Ya lo creo que me acuerdo de aquel sofá, y también de lo funcional que resultaba para según qué juegos.
Contéstale, ¡tienes que contestar algo! Consigo controlar la tos y tengo un destello de lucidez impropio de mí, se me ocurre algo ingenioso a pesar de estar tan nerviosa: “no irás a decirme tú que eso te gustaría, que me acordara y hasta que lo echara de menos…” Contestar una pregunta con otra, brillante. Estoy muy satisfecha de mí.

Bueno, quizás no tan brillante el destello, porque antes de poder sopesar los pros y los contras ya lo he dicho en voz alta.
Muy bien, guapa, ahora te aguantas con lo que venga, por lista.

El no parece perturbado por mi respuesta, es como si la esperara desde el mismo momento en que me preguntó por whatsApp si me acordaba de él, ¡cuánta modestia! Se tomó su tiempo para contestar, disfrutando intensamente de aquel silencio que cosquilleaba mi estómago. Qué absurdo, en aquella emergencia solo se me ocurre pensar de repente que la luz tamizada por el toldo en verde y mi intenso rubor no deben favorecerme mucho.
Que no diga nada, que lo deje correr, porfa, porfa. Pero no. Tintineó contra el cristal los hielos de su copa, dio un trago largo hasta casi terminarla y dijo lo que creo que había venido a decir desde un principio: “Me gustaría mucho que lo echaras de menos; él también se acuerda muy bien de ti. ¿Vamos?”

Al traste todos mis buenos propósitos, no tengo remedio ni posible absolución. Tuve que ir a reencontrarme con su sofá…

Julia C. 

Código 1605017394327
Fecha 01-may-2016 13:20 UTC
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