martes, 12 de diciembre de 2017

Un desastre de bloguera



Lo digo porque lo creo, para cualquiera que quiera leerlo y a los cuatro vientos: ¡soy un desastre de bloguera! Veamos…

Yo no publico con mucha frecuencia, como parece lo aconsejable para estar bien posicionada en Google y, publicando poco, ni siquiera tengo días fijos de la semana para hacerlo. ¿Así cómo van a poder saber mis sufridos lectores cuándo toca acercarse a echar un vistazo? Ah, pues que prueben suerte a ver… ¡Muy mal! Por otro lado no me atengo a una rutina de temáticas o géneros, como hacen otros compañeros mucho mejor organizados. Yo a lo loco: ¿Microrrelato? ¡Pues venga! ¿Que se me ha ocurrido el argumento de una historia? ¡Para adelante! ¿Que ya me va pidiendo el cuerpo una buena ración de refranes? ¡No hay espera que valga! ¿Qué hay algún acontecimiento de actualidad que comentar? ¡Ah, se siente, mis musas y yo vamos por libre y siempre llegamos tarde! Total, caos total. De los macro-descansos que me tomo varias veces al año y de los que a veces se me olvida que tengo que volver, mejor no digamos nada. Mi blog es sensible y no se toma muy bien el abandono.

Para colmo de males a veces pareciera que no tengo criterio propio respecto a mis textos. No sería la primera vez que una historia que para mí está terminada, sea o no el final cerrado, se alarga unas cuantas entregas más solo porque los lectores habéis dicho que habría que seguirla. ¿Acaso es que no se me había ocurrido a mí? Pues está claro que no, pero si me mandan escribir, yo escribo. Sí señor, una bloguera que sabe lo que se hace, ejem, ejem.

Ahí no queda la cosa, ¡qué va! Resulta que mi blog ha cumplido ya tres años y no se me ha ocurrido celebrarlo ni una sola vez. No es que no le dé importancia o que no me haga sentir orgullosa; y tampoco es que él no se lo merezca. Es solo que se me pasa. Siempre digo: “bueno, el año que viene hago algo realmente chulo y monto una fiesta de impresión”, pero luego llega septiembre del próximo año y se me vuelve a pasar. Lo siento, lo siento, lo siento, blog de mis entretelas.

También están las cosas ésas del SEO a las que se supone debemos prestarles atención. He leído muchos artículos al respecto, consejos a tutiplén para tener una avalancha de visitantes y encandilar a cualquiera que se arrime al blog en veinte metros a la redonda. Ponía interés, de verdad que sí, encandilada yo también con la perspectiva de situarme en lo más alto, pero luego siempre acababa pensando: “las normas que entiendo no son para blogs de relatos, y las otras, ¡qué pereza, no me entero!” Y a freír espárragos el SEO. Con las estadísticas tres cuartos de lo mismo: Instalé, después de muchas vicisitudes y algún cabreo añadido, el puñetero Google Analytics en el pc. No debí de prestarle mucha atención porque el otro día me di cuenta de que el programa no estaba en el ordenador nuevo, y eso que lo tengo hace ya más de un año. Pues muy bien, así no vas a saber si te visitan más o menos cada vez, ni si rebotan (¿?), ni de dónde son tus lectores, ni si el tiempo medio de estancia en el blog es para llorar o directamente para echar el cierre. Yo me lo pierdo.

Luego está lo del diseño, que eso, si no me sacan de las plantillas normalitas de blogger, sé hacerlo. Pero que se me quite de la cabeza que voy a instalar algún súper plugin de ésos que veo en otros blogs y que de vez en cuando se me antojan. Por más tutoriales que me baje no soy capaz, así que al final me convenzo de que en realidad no quería instalarlo, de que seguro iba a ralentizar la descarga y de que la sencillez espartana es lo mejor y más elegante. ¡Te aguantas sin virguerías por torpe! 

Podría seguir, pero a base de lanzar piedras contra mi propio tejado se me ha hecho un agujero de padre y muy señor mío. Va a ser mejor que corte el rollo y me ponga a buscar un buen profesional que me lo repare.



Bueno, por si al final alguien lee esto, dejo mi más efusiva y cariñosa felicitación de Navidad. Me tomaré unos días libres para arreglar el tejado y estar con la familia (aunque sea con los albañiles por medio), así que ¡hasta el año que viene!

Por cierto y para que os convenzáis de lo desastre que soy, os confirmo que voy a dejar a medias el relato “Cita a ciegas”. Ha sido falta de previsión, sorry, pero me esforzaré al máximo para que la espera valga la pena y os prometo un giro que no habríais visto venir ni en un millón de años (o incluso más, ji, ji). Esto es lo que yo llamo un farol en toda regla.


Besos y achuchones a medida para todos, ¡sed muy felices!

Julia C.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Los refranes de tu vida: María Delgado



¡Hola a tod@s! 

De nuevo estoy aquí para dejaros un buen puñado de refranes, esta vez gracias a la colaboración desinteresada y generosa de nuestra compañera María Delgado. Ella no se considera precisamente “refranera”, pero el caso es que conoce montones de estos dichos populares gracias a su familia y a sus amistades. Puede ser que no los use en su habla cotidiana, como ella misma reconoce, pero desde luego presta atención y tiene buena retentiva, lo cual no me extraña porque la considero una mujer muy inteligente.

Más adelante os va contar algunas cositas de su vida así que, para no repetirme, yo os hablaré de lo que se calla (porque María, además de inteligente, es modesta). Administra un estupendo blog titulado "Lo que el viento se dejó" y que, para mí, es un reflejo fiel de ella misma. 

En su perfil de Google aparece esta autodefinición: “Badalonina cinéfila, adicta a la lectura. Treintañera fanática de los viajes”. Pues eso mismo, que en su blog se dedica a reseñar series de televisión, películas y libros. Lo hace muy bien, siempre aportando un punto de vista fresco, personal, interesante tras filtrarse cada historia por su mente sagaz y despierta. 

Por si fuera poco también nos obsequia con relatos de una gran originalidad y calidad. Seguramente es ahí donde entra en juego su gran afición a viajar, porque os aseguro que ella se pasea por cualquier argumento que se os ocurra con soltura y dominio, haciendo gala de una elegancia que me encanta. A mí su estilo nítido, directo y sutil a un tiempo, y sus personajes cargados de matices, siempre me atrapan. María es joven, sí, por eso no puedo evitar pensar que a este ritmo, cuando tenga algunos años más, voy a poder presumir de que una vez colaboró en mi blog.

Pero esto no es todo, ¡qué va! María tiene además dos novelas publicadas. La primera de ellas, titulada “La Tragedia de Pompeya”, se publicó en 2009 de la mano de la editorial Éride. Después, una vez finalizados sus compromisos con dicha editorial, la propia María se decidió a autopublicarla. La segunda, escrita originalmente en catalán y titulada “Esperant a en René”, está siendo traducida actualmente al castellano para poder ofrecerla a un público más amplio. No he tenido el placer de leer ninguna de ellas pero, conociendo el trabajo de María, estoy segura de que son buenas. Están disponibles en Amazon; ya conocéis el camino si os apetece leerlas.

Hasta aquí lo que yo os quería contar. Ahora os dejo con esta gran escritora, buena compañera y mujer encantadora. ¡Muchas gracias por tu tiempo y tu amabilidad al ofrecerte para colaborar en “Los refranes de tu vida”, María! 




Antes de todo, quiero felicitar a Julia por la creación de esta sección, ya que me parece una manera muy bella de homenajear la cultura popular y a la vez familiar. Recordar los refranes que se solían decir en casa y que usaban nuestros padres y abuelos siempre resulta un gesto agradable y hasta nostálgico.

En realidad, yo no soy muy refranera. Pocas veces se me oirá un refrán, aunque más adelante ya seré más explícita sobre esto. Sin embargo, a mi alrededor sí hay bastantes personas muy asiduas a usar refranes en sus conversaciones diarias. No podré nombrarlos a todos, pero sí los empleados por las personas más cercanas. Algunos de los que nombraré están en catalán, de modo que haré la traducción.

Seguro que la lista sonará a popurrí, pero mi padre nació en Barcelona, y mi madre en Cádiz. Cuando ella tenía dieciséis años, parte de su familia (y la mía, claro), marchó a Barcelona después de que mi abuelo encontrara trabajo. 

Como cada cabeza es un mundo, (y aquí, sin quererlo, ya me ha salido el primer refrán, que significa que no hay dos personas con el mismo pensamiento idéntico), he desglosado los refranes según la persona que suele hacer uso de ellos.

Mi padre se enciende con las apariencias. No soporta las personas que mienten y mucho menos para alardear de algo que, evidentemente, es mentira. Y como, normalmente, sólo suelta un refrán cuando está enfadado o algo le molesta, a veces dice: se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Significa que las mentiras no tardan en descubrirse. Esto también nos lo decía a mi hermano y a mí cuando, siendo adolescentes, nos adivinaba alguna mentirijilla. También, cuando opina sobre cómo las compañías pueden influir en la actitud de las personas dice: dime con quién andas y te diré quién eres.

Mi madre es una de las personas que conozco que más refranes utiliza, y no me había dado cuenta hasta que empecé a escribir esta entrada. Es una persona bastante sociable, y creo que en temas de refranes, su cerebro ha actuado como una esponja al respecto. Un refrán que le encanta decir, aunque a mí me parece un poco drástico, es: Cría cuervos y te sacarán los ojos. Esto quiere decir que a veces, le ofreces tu confianza a alguien y después esa persona te traiciona. Es drástico, sí, pero a ella le encanta. Otro de sus preferidos: Cuando el río suena, agua lleva. Esto lo dice cuando un rumor le genera sospechas. Significa que la existencia de algún comentario sobre un tema debe de tener su fundamento. Yo le insisto en que esto es peligroso, y que no debe de creerse todos los rumores que oye. De tal palo tal astilla, significa que los hijos se parecen a sus padres. Yo soy igual de despistada que mi padre, así que cuando hacía “una de las mías” ella siempre se quejaba: Ayyy, ¡si es que de tal palo tal astilla! Del dicho al hecho hay mucho trecho, cuando no se fía de la palabra de alguien y que sólo lo creerá cuando lo vea hecho realidad. En todas partes cuecen habas. Significa que todo el mundo tiene defectos. Ahogarse en un vaso de agua. Como es tan activa, a veces piensa que los demás ven los problemas peor de lo que son y que a algunas personas les cuesta encontrar una solución a algo que en realidad no es tan difícil. En boca cerrada no entran moscas. Lo cual significa que antes de decir una barbaridad, se piensen las cosas. Esto nos lo ha repetido infinidad de veces a mi hermano y a mí. El casado casa quiere, las personas casadas prefieren su independencia.

En mi grupo de amigas, una de ellas es muy asidua a los refranes. De hecho, el otro día, cuando ya me había escrito con Julia para realizar esta entrada, pasé la tarde con ella y estuve atenta a ver qué refranes repetía (soy muy mala porque no le confesé lo que pretendía jejeje, pero se lo acabaré contando porque es una de mis mejores amigas). El caso es que repitió muchísimos, pero voy a acortar, que me conozco ¡y puedo hacer una entrada eterna! No hay más ciego que quien no quiere ver. Significa que una persona se resiste a ver la realidad, que se engaña a sí misma. También dice: Más sabe el diablo por viejo que por diablo, lo cual elogia más a la experiencia que a las propias capacidades. Más se perdió en Cuba y volvieron silbando, que significa que otras personas tuvieron una peor experiencia y no se lo tomaron tan mal. También dice: Tal día farà un any (Tal día hará un año), esto significa que el tiempo pasa para cualquier problema.

Hay dos refranes bastante extendidos en Cataluña, que prácticamente todo el mundo ha dicho alguna vez o que como mínimo, todos conocen: De mica en mica s’omple la pica (poco a poco se llena la pica).  Significa que las cosas bien hechas se hacen poquito a poco. Ja has begut oli (Ya has bebido aceite), dejando de lado que beber aceite suena un poco turbio, el refrán significa que algo ha salido mal y ya no se puede volver atrás, es algo así como: estás condenado, estás perdido.

Como he dicho antes, suelo usar pocos refranes, y en situaciones contadas.  

A la tercera va la vencida, que significa que al tercer intento habrá éxito. Será peor el remedio que la enfermedad, que significa que cuando algo va mal, a veces tratar de arreglarlo provoca que vaya peor. Cada loco con su tema. Cada persona tiene sus propias preferencias, pero para que yo lo diga tiene que haber un contexto surrealista.

Mi abuelo solía decir bastantes refranes. Lo he dejado para el final porque, siendo de todos ellos el que ya no está, me ha parecido más especial acabar con él. Solía utilizar muchísimos refranes y frases hechas, aunque poco a poco se me han ido olvidando, y es una pena.  Ahora pienso que mi madre ha sacado esa particularidad de él. Dios aprieta, pero no ahoga, que significa que por muy mal que vayan las cosas siempre existe una solución. Al mejor cazador también se le escapa la liebre, cuando pretendía decir que hasta la persona más sabia o más experta puede cometer un error. La avaricia rompe el saco, cuando exponía que la ambición desmesurada se te puede volver en contra.

Y hasta aquí llega la lista de refranes aprendidos. Me dejo muchísimos sin mencionar, especialmente de mi abuelo. Pero espero que os haya gustado la entrada, y que se os haya hecho entretenida. 

Para acabar, gracias a Julia por hacerme partícipe de esta sección tan maravillosa.

¡Un besito a todos!